Utiliza la realidad virtual para construir un mundo más justo

¿La realidad virtual puede ser utilizada para despertar la empatía y así construir un mundo más justo? ¡Claro que sí! Pero... ¿por dónde empezar?

En 1962, Morton Heilig pudo al fin construir un prototipo de lo que había imaginado años antes: el Sensorama. Según como él lo definió, se trataba de una “Experiencia Teatral”, que tenía el objeto de generar un tipo de teatro multisensorial y constituirse como “el cine del futuro”.

A partir de entonces, el desarrollo de tecnologías para la realidad virtual ha sido vertiginoso y con fines varios, como la educación, la formación de científicos y el juego.

Una reciente iniciativa de la ONU, United Nations Virtual Reality (UNVR), propone un nuevo uso: despertar la empatía de quienes toman decisiones. Con videos cortos pero bien logrados, el proyecto busca que quien se coloque los lentes de realidad virtual se sumerja en contextos adversos, como la guerra, emigraciones masivas y lugares afectados por el cambio climático.

El dispositivo es una carcasa en la que se conecta el celular, cuya pantalla proyecta el video. Además, incluye auriculares, lo que hace que la experiencia se aún más vívida.

La inmersión virtual nos vuelve protagonistas de historias difíciles y nos hace, literalmente, mirar con los ojos de las personas que día a día tienen que lidiar con esa situación de vida.

La Real Academia Española define la palabra empatía como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Un libro o una película ya tienen esa peculiaridad de poder trasladarnos a lugares y tiempos diversos y mostrarnos la vida de uno o más personajes con quienes logramos una cercanía profunda que despierta las más variadas emociones en nosotros.

Pero poder experimentar todo desde el interior, adoptando durante unos minutos una perspectiva concreta, sin dudas tiene un impacto mayor.

 

La experiencia Sidra

Clouds over Sidra es uno de los pequeños films que UNVR produjo con esta finalidad. En 2017, el secretariado de un grupo de trabajo para refugiados y migrantes de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD), citó a todos sus delegados y los introdujo en la vida de Sidra, un niño sirio de 12 años que pasa sus días en un campo de refugiados en Jordan.

La inmersión no solo fue visual: además de poder mirar a Sidra a los ojos y observar la cotidianeidad de un campo de refugiados –primera vez para muchos de los participantes –, pudieron también oír la voz de Sidra, sus deseos, sus miedos, y comprender mejor qué es lo que las personas en esas condiciones necesitan, en lugar de imponer soluciones de acuerdo a lo que creemos que les hace falta.

El uso de la realidad virtual con un objetivo social ya comienza a despertar conciencias y fortalecer compromisos para cambiar el mundo.

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