La protección internacional, establecida como derecho humano fundamental, tiene lugar cuando un Estado no puede o no quiere proteger a sus ciudadanos contra amenazas graves a su vida, libertad y seguridad. Ahora bien ¿en que circunstancias es válido recurrir a ella?
La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, celebrada en Ginebra en 1951, es un instrumento que regula su aplicación. A la vez que define el término “refugiado», establece los derechos de las personas refugiadas y las obligaciones de los Estados para su protección.
Un refugiado es aquel que “debido a fundados temores de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a él".
Según cifras de ACNUR, nos encontramos ante la mayor crisis de refugiados desde la creación de la Convención de Ginebra en la Segunda Guerra Mundial, con 68 millones de personas obligadas a huir de su país de origen.
Revisa a continuación la conferencia especial a cargo de Georgina Quiñonez Chávez e interiorízate en esta problemática humanitaria de caracter global.
