Escritoras, artistas, activistas sociales y políticas, científicas, deportistas… no importa el área en la que se hayan destacado, las mujeres han tenido sufrido la desigualdad y la discriminación también en la conquista de los espacios públicos. Algunas veces se abrieron paso bajo una identidad distinta de la suya y, otras más, a costa de mucho sacrificio y dolor.
Es mundialmente conocido el caso de Emily Brönte, célebre escritora británica del siglo XIX que decidió publicar su gran novela Cumbres Borrascosas usando el nombre masculino de Ellis Bell.
Hoy en día, la situación de las mujeres de a poco comienza a transformarse y, lentamente, son derrocados un sinfín de estereotipos que las relegaron por siglos al ámbito de lo doméstico y la anonimia. Sin embargo, aunque más sutiles, las diferencias entre hombres y mujeres permanecen. Abordar la Historia con perspectiva de género es un mandato social.
Los logros no, pero los errores sí
A principios del 2018, The New York Times sorprendió con una iniciativa para enmendar los errores de otros tiempos: comenzó a publicar obituarios para todas aquellas reconocidas mujeres que no tuvieren ese honor cuando les correspondiere. Los famosos homenajes del periódico estadounidense comenzaron a hacerse a mediados del siglo XIX; pero, al parecer, los editores de ese entonces –y de años posteriores –no creyeron relevante comunicar el fallecimiento de Ada Lovelace o Nella Larsen.
¿Te suenan sus nombres? Probablemente no; aunque no podemos juzgarte por eso. La Historia que nos enseñaron en la escuela, e incluso en la universidad, omitió, en la mayoría de los casos, a las mujeres que participaron de los procesos más importantes de todos los tiempos, así como a sus propias luchas y conquistas.
Actualmente, la Editora de Género de The New York Times es Jessica Bennett. La exitosa periodista y referente del feminismo estadounidense introdujo en el campo de las reflexiones de género el concepto de “sexismo sutil” que refiere a un tipo de discriminación contra las mujeres casi imperceptible pero cargada de connotaciones negativas.
En una entrevista para La Nación Revista, Bennett contó que, tras la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016, se preguntó si su “sutilidad” para referirse al sexismo no se quedaba demasiado corta. Pero luego pensó que los resultados electorales no fueron si no obra del sexismo sutil.
Hillary, como tantas mujeres, tenía que encontrar ese balance casi imposible entre ser agradable y tener autoridad. Si era cálida, era débil; si era fría, era mandona. El sexismo sutil hizo que fuera fácil perdonar a Trump una carrera llena de errores, pero los errores de una mujer son más duramente criticados y se recuerdan por más tiempo. (La Nación revista, 8 de abril de 2018).
Un abordaje histórico necesario
A gran escala, pero también en lo pequeño, son muchos los espacios que aún quedan en deuda con las mujeres. Esta idea debería movilizarnos para entonces repensarnos como humanidad, en clave de género. Hacer visible lo que antes fue ocultado es una de las maneras de dar respuesta a este desafío.
En su famoso artículo “Invisibilidad y presencia de la mujer en la historia”, Mary Nash propuso un paradigma historiográfico innovador:
un abordaje histórico que permita “superar la dicotomía entre la victimización y los logros femeninos para reconocer la fuerza individual y colectiva de las mujeres sin por eso olvidar su opresión histórica”. Es necesario elaborar “esquemas interpretativos que recojan la complejidad de las relaciones entre los sexos, las modificaciones en el status de la mujer, el proceso de formación de conciencia de la mujer y los avances y retrocesos en su situación social…”
Mary Nash, Invisibilidad y presencia de la mujer en la historia (1985)
Vivimos en una época en la que la reivindicación de la mujer en la Historia es una tarea asumida por muchas. Hoy, da gusto saber que si te acercas a una librería cualquiera, encontrarás entre las obras del mostrador de literatura inglesa clásica un interesante libro que se titula Cumbres borrascosas. Está firmado por Emily Brönte.