A continuación, algunas posibilidades que tal vez te sirvan como orientación.
1. Brecha laboral: un desafío impostergable
La desigualdad en el ámbito laboral es grave en América Latina. Uno de sus principales síntomas es la diferencia entre el salario que reciben hombres y mujeres, según la Organización Internacional del Trabajo. Hoy en día, hay una diferencia del 15% entre el sueldo de un hombre y una mujer por el mismo trabajo.
En América Latina, el principio de igual remuneración por igual trabajo ha hecho que todos los países de la región ratifiquen el Convenio 100 de la OIT. Pero en la práctica, los avances no son tan rápidos.
El Diplomado en Igualdad y Empoderamiento de la Mujer, certificado por la Fundación General de la Universidad de Salamanca, trabaja estas cuestiones de manera profunda y didáctica.
2. La participación de la mujer en la vida pública
La visión de igualdad que rige los derechos humanos supone el principio de no discriminación: la mujer es ciudadana, libre, y tiene obligaciones y derechos, al igual que el hombre.
En la vida pública, se requiere una participación real y no simbólica. Se requieren mujeres en todos los ámbitos de decisión. En el poder judicial, en los congresos, en los sindicatos, en las empresas, en la academia.
Un estudio de la ONU muestra que a febrero de 2019, solo 12 países de América Latina tenían un 30% o más de composición femenina en las Cámaras de representantes. Esto a pesar de que hay más y más demostraciones que prueban que el liderazgo de las mujeres en la adopción de decisiones políticas mejora esos procesos, pues trabajan sobre aspectos que inciden directamente en la vida social: pensiones, reformas electorales, igualdad.
3. Terminar con la trata
La trata es una actividad delictiva, en el que la víctima queda a disposición de otra persona que la explotará para la prostitución o para que sea esclava. A pesar de que no lo parece, es una fenomenal actividad ilegal -casi tanto como el comercio de armas.
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la trata viene creciendo. Solo en Sudamérica se reportaron en 2019 1.796 víctimas – y Centroamérica tiene más víctimas por cada 100.000 personas que cualquier otra región del globo.
Las mujeres y niñas son las principales afectadas. El 82% de las víctimas en América Latina son niñas y mujeres. Pero no solo son trasladadas a otros países, sino que son esclavizadas en su propia región o país.
Algunos países son especialmente vulnerables. Aquellos con conflictos armados o pobreza extrema son un caldo de cultivo para estos delitos. Más aún, el crecimiento de las corrientes migratorias también incide en esto.
En este sentido, un desafío concreto es generar las normas para poder luchar legalmente contra la trata. Con la capacitación al alcance de la mano, es básico tener la infraestructura institucional para poder atender de manera correcta estas cuestiones. Hay que crear conciencia, educar, llamar la atención: solo así se puede visibilizar.
El Diplomado en Derechos Humanos de la Mujer que ofrece Whetu tiene un apartado específico sobre esta cuestión, liderado por Verónica Toller, experta en el tema y premio Rey de España al periodismo.
BONUS TRACK: La historia detrás de la foto de portada esta nota
La foto que ves como portada de la Diplomatura en Derechos Humanos de la Mujer no fue escogida al azar. Es parte del proyecto fotográfico “Crying Meri” sobre la violencia contra la mujer en Papúa Nueva Guinea.
Al norte de Australia, Papúa Nueva Guinea se levanta en medio del océano. Quizá sea uno de los países más peligrosos para ser una mujer y es que las estadísticas así lo sugieren. Más de dos tercios de las mujeres del lugar fueron víctimas de violencia física y/o sexual y aquellas que fueron violadas constituyen el 17% del total.
El fotógrafo documental ruso, Vlad Sokhin, trabajó durante tres años en dicho proyecto y con las poderosamente conmovedoras y, a la vez, escalofriantes imágenes que produjo, sentó un testimonio visual de un valor incalculable sobre los vejámenes que las mujeres soportan diariamente en ese país.
Por tradición, en Papúa Nueva Guinea los hombres pueden casarse más de una vez y los padres de la novia reciben dinero de su parte, a cambio de entregar a su hija. El nuevo marido, por tanto, cree poseer por completo, como si fuera un objeto, a quien comienza a ser su esposa y la maltrata y humilla reiteradamente.
De todos modos, la violencia doméstica no es el único sufrimiento de las mujeres en Papúa Nueva Guinea, así como tampoco es ese el único lugar donde los derechos de las mujeres son vulnerados.
Como ahora sabes, la imagen que encabeza esta nota es un símbolo de los innumerables padecimientos de las mujeres en todo el mundo. Tu capacitación en esta área quedará al servicio de que las situaciones de vulneración de los derechos humanos de la mujer se reviertan. Porque es visible y tú lo ves, es también tu responsabilidad.